jueves, 21 de febrero de 2008

Entre la espada de la Cope y la pared de Prisa


Después de la manipulación informativa de los años de Aznar, Zapatero llegaba a la Moncloa con la promesa de cambiar el tradicional servilismo de los medios públicos al poder. Pero la operación ‘Bonsai’ sobre RTVE (precarización de personal y reducción de plantilla), dejó al ente público bastante lejos de convertirse en un servicio de calidad. En los medios privados, las sorpresas llegaron por la ruptura del tradicional idilio entre Prisa y PSOE y por la beligerancia casi obsesiva de la derecha mediática, con una alucinante teoría de la conspiración sobre el 11-M como punta de lanza. Y, mientras tanto, la telebasura y el corazón siguieron reinando en el “prime time”.

Sergio Frutos La acción del Gobierno ha trastocado el panorama mediático y ha provocado la irrupción de nuevos actores. Compitiendo con Prisa en un asunto estratégico, los derechos del fútbol, Mediapro sale a la luz pública aupado por Zapatero. El nuevo fenómeno de la TDT y la proliferación de canales nacionales, autonómicos y locales, pone sobre la mesa a otros actores del ámbito ultraderechista: Libertad Digital e Intereconomía en él recogen lo sembrado a nivel autonómico y local allá donde gobierna el PP. Lo que no cambia es que los favores se pagan.

LOS REGALOS DEL GOBIERNO
La actuación pública de Zapatero
La legislatura comenzó con el consejo de sabios, un grupo de expertos que debía decidir sobre el futuro de los medios públicos nacionales. El compromiso presidencial de respeto a sus decisiones, se vio roto por la urgencia de no aumentar la deuda del ente y por no perjudicar los intereses privados. RTVE se reduce dejando la plantilla a la mitad y se instala la precariedad en los nuevos contratos. El ente pasa a ser corporación y se nombra presidente a Luis Fernández (un hombre de Mediapro y ex de Prisa) en un extraño consenso parlamentario entre PP y PSOE. La nueva plantilla se centrará en los informativos que tienen a Lorenzo Milá como responsable mientras se ceden los centros territoriales para uso de la productora de España directo: Mediapro, quien también realiza 59 segundos y Tengo una pregunta para usted y consigue la gestión del Canal 24 Horas y del Canal Internacional.

La otra gran actuación del Gobierno es la concesión de dos nuevas licencias nacionales en abierto para La Sexta (Mediapro) y Cuatro (Prisa). El fin de la legislatura está marcado por el apagón analógico y la implantación de la TDT que se concreta en concesiones a los tradicionales operadores privados, la irrupción del empresariado del ladrillo en el panorama local y regional y la consolidación de nuevas iniciativas ultraconservadoras en televisión junto con un gran grupo de “izquierdas” con la cabecera de Público.

FAVORES Y AGRAVIOS
La influencia del Gobierno en el mercado
Las concesiones a Cuatro y a La Sexta han situando a sus grupos en un enfrentamiento en el terreno de la “mal llamada guerra del fútbol”. Las nuevas concesiones no estuvieron exentas de polémica entre PP y PSOE por amiguismo. Pero la gran polémica se ha producido por la ruptura del statu quo en torno a los derechos del fútbol. Prisa acusa veladamente al Gobierno de favorecer a Mediapro, que en una maniobra comercial de gran envergadura se lleva los derechos que la operadora de satélite tenía. Esa guerra de grandes vuelos tiene al fútbol, y las grandes audiencias como campo de batalla, y la TDT y el satélite como los frentes en liza. Mediapro surge de un entramado de empresas vinculadas a la publicidad, los servicios técnicos y las productoras privadas como un nuevo gigante mediático. Se queda con el control de La Sexta, sin ser accionista mayoritario, y crea el diario Público, aunque la deuda acumulada sea desorbitada.

Los responsables de Mediapro y los de RTVE están muy cerca de ZP. El caso más conocido es el de Miguel Barroso, socio de José Miguel Contreras, consejero delegado de La Sexta, quien durante su secretaría de Estado de Comunicación en 2005 se encargaría de la Ley de Medidas Urgentes para el Impulso de la Televisión Digital Terrestre, a raíz de la cual se justifica la adjudicación de La Sexta.

GRIETAS EN EL IMPERIO PRISA
Años revueltos para el aliado del PSOE
Murió Polanco. El 21 de julio de 2007, fallecía el que fue el líder indiscutible de Promotora de Informaciones S.A. Fue el signo más visible de los muchos cambios vividos en el imperio a lo largo de estos cuatro años.

En su trato con el Gobierno, en la idílica relación Prisa-PSOE (en la que históricamente cuesta saber quién manda sobre quién) comenzaron a aparecer las primeras grietas. El escaso apoyo a las aventuras de ZP (ya fuera en la reforma de los estatutos o en el proceso de paz) se vio respondida con los nuevos amigos que Moncloa encontró en Mediapro. Y con estas posturas, Prisa tampoco tuvo las simpatías del PP, que proclamó un boicot al grupo después de que en uno de sus últimos discursos Polanco reclamara un partido de derechas “moderno y laico”.

En el buque insignia, El País, el conflicto entre información e intereses económicos se vio en toda clase de aspectos. Ya fueran literarios (como mostró en 2004 la expulsión del crítico Ignacio Echevarría tras la feroz reseña de una novela de Bernardo Atxaga editada por Alfaguara), hasta la información internacional (con la demonización de los gobiernos de Venezuela o Bolivia, dadas las inversiones en la zona). En un progresivo giro a la derecha, los editoriales del periódico llegaron a dar defensas de la monarquía que superarían a las de ABC o comparaciones entre el Che Guevara y el terrorismo yihadista, lo que hasta provocó una revuelta en la redacción. Algunos periodistas no aguantaron más, como Ernesto Ekaizer, un hombre de la casa que acabó por pasarse a Público.

LA CONSPIRACIÓN DE PEDRO J.
‘El Mundo’, la COPE y los agujeros negros.
Pero si El País se escoró a la derecha, cuesta pensar hasta dónde se echaron medios como la COPE o El Mundo. Dentro de la campaña de demolición que emprendió la derecha política a lo largo de la legislatura, sus terminales mediáticas se encargaron de difundir la mayor cantidad de miedo y odio posible. El tema estrella fue la teoría de la conspiración, una singular versión sobre el 11-M que según el día podía apuntar a ETA, a la Guardia Civil, al servicio secreto o a Marruecos. La negativa de ABC y Vocento a sumarse a este club dio lugar a una virulenta batalla entre medios conservadores. Aún así, la teoría reportó un aumento de la audiencia e importantes ingresos. La legislatura será además recordada por el estrellato de Jiménez Losantos, un locutor que, con un estilo semejante al de la Radio Mil Colinas (la que animó al genocidio tutsi en Ruanda) se convirtió en el referente de la derecha, lo que le convirtió, paradójicamente, en el periodista más beneficiado con el Gobierno de ZP.

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